Oveja Negra

Cambiemos; La utopía feudal de mercado


16 de julio de 2017

Oveja Negra

Un miedo que viene de muy lejos.


Por Daniel Ezcurra*

Desde el gobierno de Cambiemos nos dicen que tenemos que acostumbrarnos a vivir en la incertidumbre y poder disfrutarla, que el trabajo no es un derecho sino una contingencia, que los derechos son, en realidad, privilegios que deben ser eliminados.

Si le damos vuelta un poco a ese cuerpo de ideas, podemos ver que en el fondo tienen una fuertísima apelación al MIEDO y que la imagen de sociedad que proyectan se asemeja bastante a la que nos llega de la edad media: un oscuro mundo sin reglas, donde no hay certezas, donde la vida no vale nada, donde solo prima el derecho del más fuerte y que, por eso mismo, es imprescindible buscar refugio como siervos de los poderosos, aunque eso implique ceder nuestra dignidad y nuestra libertad.

El mundo de aquellos tiempos se basaba en un cerrado orden jerárquico, de principios inamovibles, donde era imposible transponer el lugar que el nacimiento determinaba: el que nacía pobre moriría pobre y el rico, rico. La división estamental de la sociedad reconocía diferencias entre los que oran (el clero encargado de reafirmar las reglas de juego para la estabilidad del sistema), los que luchan (los señores feudales dueños de vidas y haciendas) y los que trabajan.

Hoy en la modernidad secularizada, en la que como diría Nietzche "Dios ha muerto", el lugar de la religión como argamasa ideológica del sistema fue reemplazada por el MERCADO y su mano invisible que todo lo compra y lo vende.

Dios es el mercado y sus sacerdotes los que son capaces de enriquecerse. Los ricos y poderosos. A ellos hay que elevar la mirada como ejemplo a imitar y ante la incertidumbre de un mundo hostil y donde el hombre es lobo del hombre, recurrir para que gobierne el caos y nos amparen con su misericordia, su filantropía y su caridad.

En su fuero íntimo, nos convidan a una sociedad sin derechos, sin Estado, sin política, es decir sin límites para la voluntad del poder. Porque poner cualquier límite al poder (económico) es ir en contra de la naturaleza de las cosas (las leyes de mercado).

El criterio de éxito de esta forma de organizar la sociedad es, paradójicamente, su capacidad de DESORGANIZAR LA VIDA, maximizando la incertidumbre y el miedo para que cada uno recurra voluntaria e individualmente al altar de la meritocracia a rogar por un lugarcito en el consumo, única identidad capaz de asegurarnos la cálida ficción de pertenecer.

Pero en un mundo donde 2/3 del comercio global se da entre un relativamente reducido número de multinacionales y sus proveedores (https://www.lakaut.com.ar/acerca-de-lakaut/noticias/prensa/2017/02/dos-tercios-del-comercio-global-se-hace-entre-110000 multinacionales_8310)  y donde ¡ocho! millonarios tienen más dinero que la mitad de la población del mundo (http://www.bbc.com/mundo/noticias-38632955) está claro que el libre mercado y el "derrame" de la riqueza son efectivamente, una ficción.

"Si al gobierno le va bien, nos va bien a todos" repiten, de una u otra forma, los medios de comunicación concentrados y una parte de la oposición estéril de miedo y complicidad, borrando así las huellas de los intereses minoritarios que Cambiemos representa.

La realidad es muy otra; si al gobierno le va bien; crecerán, como ya está pasando, la concentración de la riqueza, la desnacionalización del aparato productivo, la deuda externa y la fuga de capitales, y su necesaria contratara: la desigualdad, la pobreza, la desocupación, la represión, la violencia: la incertidumbre y el miedo…

Esta sociedad feudal de mercado de la que el presidente Macri es tan fiel representante, tiene tres antagonistas que nos interpelan: La organización de la comunidad, la política y el Estado. Cuanto más interactúan y se fortalecen, menos posibilidades tiene el poder concentrado de imponer su modelo de sociedad. No es casualidad el demoledor y sistemático ataque hacia la política y todo lo estatal que ha recrudecido desde el triunfo de Cambiemos y la apelación al darwinismo individualista que emana de toda su comunicación con la comunidad. Para ellos, como supo decir alguna vez la tristemente célebre Margaret Thatcher “la sociedad no existe, solo existen hombres y mujeres individuales”.

Nos adentramos en un fuerte momento de decisiones políticas como lo es el proceso electoral. Es necesario derrotar el miedo y la incertidumbre que el “sálvese quien pueda” de Cambiemos ha traído a nuestras vidas, exponiéndonos a dejar de proyectar para pasar a temer al futuro inmediato y sus oscuras promesas de falta de trabajo, de ingresos, de posibilidades, de sueños.

En estas elecciones, como lo expresara Cristina Fernández de Kirchner “hay que votar en defensa propia”. Ese es un primer y necesario paso. Una decisión individual que se convierte en mandato colectivo por la igualdad de oportunidades. Una afirmación de nuestra voluntad de vivir en una república de iguales, y no en un señorío liberal con destinos desiguales e inmodificables. 


*Militante del proyecto nacional. Miembro de CEPES.

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