Oveja Negra

Cuando el FMI vuelve a la Argentina, el peronismo tiene una sola tarea: combatirlo.


20 de marzo de 2018

Oveja Negra

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Después de 14 años, el Fondo Monetario Internacional volvió a la Argentina. Exultante, su directora ejecutiva Christine Lagarde celebró la restauración neoliberal llevada adelante por el gobierno de Mauricio Macri, y sentenció “los dos primeros años del gobierno han sido asombrosos”.

En agosto del 2004 el español Rodrigo Rato llegó a la Argentina con el objetivo de asegurar que Néstor Kirchner no avanzara con la quita del 70% de la deuda externa propuesta a los organismos multilaterales y a los timberos escondidos en los fondos de inversión; y renovara el acuerdo con el FMI suscripto por Eduardo Duhalde. Por comprensión histórica, por apego doctrinario al peronismo, por convicción profunda del destino miserable que le aseguraba el FMI a nuestra Patria, Néstor Kirchner le pegó una patada en el culo a Rodrigo Rato y a las recetas de ajuste que proponía el organismo para la Argentina.

Aquel “monstruo tan peligroso... engendro putativo del imperialismo” como alguna vez lo definiera aquel olvidado filósofo argentino, que alguna vez gobernó este país, y que muchos lo recuerdan apenas como Juan Domingo Perón, no volvió a pisar nuestra Patria, ni enviar sus órdenes camufladas en recomendaciones del artículo 4to. de su estatuto del coloniaje hasta el día que Mauricio Macri volvió a recibir a su directora ejecutiva.

“Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”, sentenció alguna vez don Arturo Jauretche. Parece que algunos no lo recuerdan bien, muchos quizás eran muy pequeños, pero alguna vez don Arturo era una voz constitutiva del pensamiento nacional. Y el pensamiento nacional, era un acervo doctrinario, un margen necesario, un límite indispensable para establecer de qué mierda hablábamos, cuando nos referíamos al peronismo.

Desde hace dos años, la Argentina se encuentra gobernada por una banda de rufianes que gerenciaban los principales grupos económicos que operan en el país. Han puesto la economía al servicio de un puñado de multinacionales financieras, energéticas y agroexportadoras. Expresan la cultura del patrón ortiva que avanza depredando los  derechos de las trabajadoras y los trabajadores, están saqueando la economía de los más humildes, y aceptando sin condicionamiento alguno, las misiones de las potencias extranjeras.

Desde hace dos años, el Mitrismo del Siglo XXI gobierna la Argentina. Desde los tiempos de la Revolución Fusiladora hasta nuestros días, nuestra Patria no estaba en manos de la expresión más genuina del antiperonismo.

Como si fueran necesario muestras de ello, en apenas una semana, Mauricio Macri se presentó en ExpoAgro junto al presidente de la Sociedad Rural, su actual Ministro de Agroindustria, y anunció grotescamente la eliminación de todo tipo de registro, informe o noticia al Estado para ejercer un control sobre el producto de nuestro suelo. El gobierno que favorece la concentración de tierras, que bajó y avanza para eliminar las retenciones a las exportaciones de granos, que autorizó la construcción de puertos privados, que eliminó por decreto las leyes que aseguraban la supervisión del Estado sobre el negocio de los agroexportadores, que le eliminó la obligatoriedad  de liquidar divisas, que autoriza el giro de remesas al extranjero de las multinacionales, y que después anda llorando por el déficit fiscal y el excesivo gasto público.

En una misma semana, es el mismo gobierno que recibe los elogios del FMI, y que convoca a los Ministros de Finanzas de las potencias reunidas en el G20 para lanzar un nuevo Plan Marshall que avance sobre los intereses soberanos de nuestra hermana República Bolivariana de Venezuela. 

No parece sensato entonces, que en nombre del peronismo todavía exista quien intente construir un diálogo fructífero con los miserables que gobiernan la Argentina. No chamuyen con la gobernabilidad, ni con el respeto a una democracia en la que es posible prometer pobreza cero y pleno empleo, para después gobernar sembrando miseria.  No chamuyen con que el problema de la unidad del peronismo tiene que ver con el método de conducción de tal o cual dirigente, o con la sensatez de los programas que ofrece nuestro Movimiento Nacional para la reconstrucción de una mayoría política. Para los fundamentalistas del consenso con el ajuste, la única agenda posible, es la conservación de sus privilegios individuales, así tangan que abrirle un banco de sangre para que gerencia el conde drácula.

Cuando te sobran razones para sentarte en la misma mesa con los funcionarios que llevan adelante un ajuste sobre las jubiladas y jubilados de la Argentina, que con la militancia que protagonizó la resistencia contra la reforma previsional. Cuando encontras más coincidencia con un gobierno que mantiene cautivos en sus cárceles a luchadores sociales y dirigentes opositores, que con los militantes que exigen su libertad. Cuando tenes menos contradicciones con los patrones que con las organizaciones gremiales y políticas que están gestando en la calle la unidad para enfrentar el ajuste; quizás lo único que te está quedando de peronista, es el cartel con el que te menciona la gendarmería mediática que legitima el saqueo de nuestra Patria.

No es tan difícil, chamigo. Cuando el FMI vuelve a la Argentina, el peronismo tiene una sola tarea: combatirlo. Fijate de qué lado de la mecha te encontras.


                                  Colectivo de Medios Oveja Negra

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