En el medio, los que trabajan
28 de mayo de 2023
Medios y hegemonÃas. Trabajo y construcción de la comunicación. Apuntes desde el oficio por AgustÃn Sosa.
Jueves 18 de mayo de 2023. La vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, ofrece una entrevista en vivo en el canal de cable C5N.
Vicepresidenta: —Yo soy de la vieja guardia, todavÃa me encanta leer los medios de comunicación tradicionales.
Entrevistador: —¿Vos lees el diario a la mañana?
V.: —En versión digital.
E: —¿Cuál primero?
V: —¿Querés que te dé el orden?
E: —SÃ.
V: —Página 12, después Infobae, después La Nación y después ClarÃn… después leo un popurrÃ, pero eso, en ese orden. SÃ, hace tiempo que hago eso.
Hace unos dÃas, a la máxima referenta del peronismo, Cristina Fernández de Kirchner, le preguntaron con qué diarios se informa. En primer lugar, mencionó a Página, luego siguió la lista con otros medios de alcance nacional, hegemónicos, edificadores de sentido e instaladores de agendas de los centros de poder.
No nombró, ni de soslayo, a algún medio cooperativo, comunitario o alternativo. Salvo que dentro del popurrà haya uno. Nunca lo sabremos.
El conflicto de las patronales con sus trabajadores de prensa se dilata en el tiempo y los sueldos de hambre, la precarización y reducción de personal son una constante.
El sindicato de prensa (SiPreBA) viene realizando las medidas de fuerza y actos de visibilización del conflicto necesarios para revertir una situación que tiene como principales responsables a la UTPBA (Sindicato que perdió la personerÃa por burócrata y entregador) y a las patronales. En el caso de Página 12, el dueño es el secretario general del Sindicato de Empleados de Edificios (SUTERH) y referente del peronismo porteño, VÃctor Santa MarÃa, devenido en empresario de medios. Trabajadores y trabajadoras de Página vienen con reclamos salariales y de condiciones laborales desde hace tiempo, tanto tiempo como desde que Santa MarÃa es el dueño.
Cuando la vicepresidenta elige mencionar a ciertos tipos de medios y no a otros está dando una definición polÃtica, en este caso, sobre la polÃtica comunicacional y las relaciones de poder en torno a las empresas periodÃsticas.
Desde Szpolzki, Garfunkel, Cristobal López y Fabián De Sousa hasta VÃctor Santa MarÃa, el kirchnerismo intentó contrarrestar el ataque de los grandes multimedios alimentando empresas que funcionen en forma antagónica. El problema es que ese antagonismo se da solo en lo discursivo porque, en la práctica, son lo mismo: igual de precarizadoras y siempre usando como variable de ajuste a sus empleados y empleadas.
Claro, las polÃticas públicas destinadas al sector de medios cooperativo o comunitario han sido mejores durante los gobiernos peronistas, pero no por eso han logrado ser verdaderamente superadoras en una estrategia de comunicación que pueda quitar poder a los medios hegemónicos. No existió ni existe la convicción polÃtica de que implementando un plan estratégico de comunicación donde, entre otras cosas, los medios cooperativos, comunitarios, alternativos y autogestivos tengan un papel principal, los medios concentrados tengan menor poder de daño. Y con poder de daño me refiero no solo a que la lÃnea editorial de esos medios masivos, por lo general, es contraria a los gobiernos populares, sino también a que los multimedios en nuestro paÃs son una estafa a la sociedad, viven del estado a través de pauta oficial millonaria, precarizan laburantes y trafican información como forma de ejercer poder.
Más eficaz serÃa, tal vez, para contrarrestar el ataque de los multimedios, generar empresas periodÃsticas consolidadas en sus laburantes y no en sus dueños. Donde la práctica profesional goce de plenos derechos y los sueldos estén por arriba de la lÃnea de pobreza. En esa lógica de funcionamiento las empresas podrÃan perdurar más allá de lo que dure el gobierno que las promueve sin correr riesgo de vaciamientos o ventas fraudulentas.
Más considerado con los laburantes serÃa, tal vez, empezar a promover, desde la referencialidad polÃtica, la lectura de medios cooperativos, comunitarios, alternativos o autogestivos. O poner en relieve el trabajo de trabajadores y trabajadoras de medios públicos. O poder decir que en tal o cual medio, sea cual sea, no se cumple el convenio colectivo o se pagan sueldos de miseria. Eso permitirÃa creer entonces que aquellos que asumen la representatividad de trabajadores y trabajadoras comprenden el funcionamiento de los medios y la relación de estos con quienes los hacen, por fuera de la trillada y superflua disputa que alguna vez se llamó “batalla cultural”. Y que no es batalla ni es cultural sino más bien un conflicto de intereses.