Oveja Negra

Panorama global: tensiones y proyecciones del 2018


10 de enero de 2018

Oveja Negra

Augusto Taglioni, Director del portal especializado en política internacional Resumen del Sur, analiza las crisis y perspectivas que aparecen en el horizonte de los conflictos internacionales en el 2018.

Por Augusto Taglioni *

 

¿Será el 2018 el año de la consolidación del liderazgo de China? ¿Hacia dónde lo llevará el unilateralismo a Estados Unidos? ¿Podrá finalmente Rusia reconstruir el viejo espacio soviético para diputar la hegemonía continental? ¿Logrará la Unión Europea mantener la institucionalidad y derrotar el flagelo de las ultraderechas y los separatismos? ¿Cuál será el rol de América Latina? ¿Qué pasará en Medio Oriente?

Estas son algunas de las preguntas que trazan la realidad internacional para el año 2018 Lo que parece en constante riesgo es la gobernanza global que las potencias occidentales construyeron durante la última década. Cuando hablamos de gobernanza global hablamos de la capacidad que tuvieron los principales países del mundo de construir una dinámica política y comercial capaz de canalizar las economías emergentes en un espacio común, evitando así la disputa de su propia hegemonía. Esto se resquebraja cuando la globalización no garantiza el bienestar social y el malestar de la población se expresa en las urnas con opciones como Donald Trump, el Brexit y las ultraderechas europeas.

No obstante, tanto Estados Unidos como Europa padecen puertas adentro los flagelos de la inestabilidad del mundo. A parti de allí, tanto China como Rusia pretenden ganar terreno.

Estados Unidos: plebiscito para Trump

En este marco de situación es importante comenzar analizando lo que será un verdadero plebiscito en Estados Unidos para la gestión Trump. Las elecciones legislativas van a cristalizar el estado de ánimo de buena parte de la sociedad norteamericana respecto a la gestión del presidente. Corresponde destacar, como bien explica la especialista Valeria Carbone, que las elecciones legislativas en los Estados Unidos son diferente a las que tenemos en Argentina u otros países latinoamericanos, ya que los candidatos en el país del norte son de base más que partidarios, es decir, la política nacional no siempre interviene en las lógicas territoriales.

No obstante, las legislativas pueden quitarle la mayoría al partido republicano y este no es un dato menor. La tradición indica que el presidente en ejercicio suele perder aproximadamente 32 asientos en la Cámara de Representantes y 2 en el Senado, fruto del desgaste de la gestión. ¿Se puede hablar de desgaste con menos de dos años de gobierno? Con la intensidad que lleva la administración Trump pareciera que sí. Entonces, en los comicios de noviembre se renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los 100 del Senado. Por su parte, la cámara baja los republicanos cuentan con una mayoría de 24 legisladores, mientras que en la cámara alta la ventaja es exigua y apenas es de dos senadores. De como quede integrado el poder legislativo radicará la posibilidad del ejecutivo de avanzar en proyectos relevantes. 

Si los republicanos perdieran la mayoría, Donald Trump quedaría expuesto a un juicio político que le impediría terminar su mandato, un fantasma que recorre el salón ovan desde el minuto uno de su gestión. Por esto y frente a una política de crecimiento hacia adentro (y la reforma fiscal que no está dando los resultados esperados) es importante la política exterior. Como dice la máxima, un presidente en guerra siempre termina su mandato.

De esta manera, Estados Unidos profundiza su postura belicista unilateral en el conflicto con Corea del Norte y en su rol en Medio Oriente ya sea en Afganistán, Siria, Jerusalen del este o el propio Irán. Sin mega acuerdos comerciales en las prioridades, la Casa Blanca refuerza la industria de la guerra.

 

Europa: el rol de Macron ante la parálisis de Alemania

El 2017 era el año a superar en la Unión Europea. Las elecciones en Francia y Alemania  (y en menor medida la de Holanda) tenían como objetivo central frenar a la ultra derecha que buscaba profundizar el método Brexit. Si bien las elecciones mostraron triunfos de Emmauel Macron y  Angela Merkel, los euroscepticos demostraron un crecimiento de la representatividad electoral en ambos países. Lo importante es que lo que antes sucedía en la periferia del bloque, hoy se manifiesta con fuerza ni más ni menos que en Alemania, el motor de Europa. Hace 100 días que la principal potencia del viejo continente no tiene gobierno, producto de la falta de acuerdo de los principales partidos que intentan evitar nuevos comicios para impedir un nuevo crecimiento de la derecha que volverá a tener bancas en el parlamento después de 62 años.

En este contexto, con Merkel afectada por los problemas internos, la Unión Europea se dirime entre mostrar un modelo de crecimiento económico (que puede ser el milagro portugués) y la planificación de una estrategia propia que la vuelva a ubicar como garante de la globalización y el libre comercio.

Es así que, ante la situación de Alemania, el presidente francés intenta oficiar de líder a través de una importante reunión que mantuvo con el presidente de China Xi Jinping para apoyar la ruta de la seda como mecanismo clave para el libre comercio. Europa depositó sus expectativas en el TTIP promovido por la administración Obama y enterrado a partir de la llegada de los republicanos. De esta forma, China ocupa el lugar que deja EEUU. El bloque occidental entiende el peligro del fortalecimiento del liderazgo comercial del gigante asiático. La paradoja es que el bloque franco-alemán sufre cuestionamientos diversos. Merkel tiene alta legitimidad en Europa, pero críticas fuertes fronteras adentro mientras que con el joven mandatario galo la lógica es inversa, respeto interno y cuestionamiento externo.

En el horizonte aparecen las elecciones en Italia, otra de las economías fuertes de Europa. Deberá elegir Primer Ministro en un escenario de fuerte apatía, dispersión y un Movimiento 5 Estrellas liderando las encuestas. Esta fuerza nueva, fundada por el humorista Beppe Grillo, se mueve con un importante pragmatismo. Si el contexto demanda euroesceptisimo, el discurso se acomoda en esa dirección. En cambio, si la coyuntura avanza en otra linea, no tiene inconvenientes en ir detrás del viento de cola. En fin, lo que se sí se puede plantear con seguridad es que una vez más el bloque europeo cortará clavos – tal como sucedió con Alemania, Gran Bretaña, Francia y España -esperando que el sistema político no colapse ante la posibilidad de un partido emergente que rompa el status quo.

El 2018, con Italia en el cronograma electoral y Cataluña agitando el fantasma del separatismo será un año de revalidación de un sistema que sigue postergando reformas estructurales.

La eterna reconversión rusa

Ni la crisis económica, ni las sanciones de la Unión Europea lograron sacar a Rusia del escenario internacional. Con el estallido de la crisis ucraniana y el costo económico que pagó el Kremlin luego de la anexión de Crimea y el apoyo a los autonomistas de Lugansk y Donestk, el país conducido por Vladimir Putin recuperó centralidad, gracias a la intervención en Siria y su defensa al gobierno de Bashar Al Assad. Con su participación en la guerra, no solo se garantizó la base de Tartas en el Mar Mediterráneo y la protección de Asia Central y el Cáucaso, sino que expuso a la coalición internacional liderada por Estados Unidos y Europa por su ambigüedad en la pelea con ISIS. Es que, objetivamente, la presencia de Rusia redujo contundentemente la territorialidad del Estado Islámico y esto es algo que Putin y los suyos se encargan de remarcar una y otra vez.

Ahora bien, el objetivo ruso es construir un poderoso bloque euroasiático que funcione como contrapeso a Occidente y su arquitectura financiera. Eso lo pone como aliado subordinado de China en términos comerciales. El marco es la Organización para la Cooperación de Shanghai, donde la ex Unión Soviética demuestra su capacidad militar. A su vez, la Unión Económica Eurasiática intenta reconstruir el viejo espacio soviético que le permite a Rusa pisar fuerte desde un sector importante de Eurasia.

Entonces, Rusia se subordina a China y se ubica en igualdad de condiciones frente a Irán e India en la OCS e intenta consolidad su liderazgo global sobre dos aspectos claves: la Unión Económica Eurasiática (en coordinación con la Nueva Ruta de la Seda) y su propia capacidad militar que le permite intervenir directamente en escenarios de conflictos claves para la geopolítica actual.

Esta discusión aparecerá en la campaña electoral que terminará, muy probablemente, con un nuevo mandato de Putin hasta 2024. Su objetivo será reforzar la identidad eurasiática y poner sobre la mesa el claro interés de construir un proyecto hegemónico propio: el de la Gran Rusia. Tendrá la vidriera global del Mundial de Fútbol, que como sabemos, puede ser un impulso o el principio del fin, tal como le sucedió a Brasil en 2014. Rusia ya perdió a Ucrania y puso todas sus fichas en la guerra siria. Putin sabe que Asia es el continente del siglo XXI y que no tiene margen para perder si pretende seguir siendo un actor protagónico del contexto global.

¿El año de China?

Todos los años siempre se presentan como el año de consolidación del liderazgo del gigante asiático. 2018 no solo no es la excepción, sino que hay condiciones reales para que finalmente se concrete. ¿Qué nos lleva a pensar esto? La salida de Estados Unidos de la dinámica de comercio global, la orfandad en la que quedaron los países del TTP y el TTIP impulsados por el entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama, la necesidad de la Unión Europea en encontrar un aliado en defensa de la globalización y la puesta en funcionamiento de la NuevaRruta de la Seda que conecta occidente con oriente.

También son relevantes en la potencialidad de China su rol en África y el interés creciente en América Latina, tanto en los países de regionalismo abierto (como Chile, Perú, Colombia y México) como para los que buscan un contrapeso a la Casa Blanca y están relacionados con el denominado “eje bolivariano” integrado por Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Cuanto más unilateral es la política comercial de EEUU, más crece la incidencia china en la región, incluso en Brasil y Argentina.

Plan quinquenal 2016-2020

En octubre del 2015, el plenario del Comité Central del Partido Comunista Chino aprobó el 13° Plan Quinquenal que fija las metas a cumplir para el ciclo 2016-2020. Dentro de los objetivos trazados están incluidos la modernización del sector industrial y agrícola, el estimulo del desarrollo de las industrias tecnológicas y de servicios. Al cumplimiento de las metas habría que agregarle el desarrollo del Complejo Militar Industrial que mira con atención la presencia de Estados Unidos en la Península de Corea y las intenciones de la Casa Blanca de aumentar la presencia en el Mar de China para entrometerse en la disputas de soberanía marítima con Filipinas.

China tiene que erigirse como garante de libre comercio. A su vez, ser parte el equilibrio geopolítico. Esto requiere de un pragmatismo fino que lo lleve rápidamente de la multilateralidad que le demanda la globalización neoliberal a ser el impulsor de estructuras tales como los BRICS y la Organización para la Cooperación de Shanghai, a través de los cuales se ejerce contrapeso a los centros de poder de occidente. China quiere arropar a todos y de lograr esto dependerá la posibilidad de quedarse con el puesto numero uno del mundo.

 

America Latina y Medio Oriente

Para finalizar con el panorama global de 2018 es importante hacer un repaso general por dos regionales que son diferentes entre sí, pero serán territorios claves este año.

América Latina empantanada

Del 2015 a la actualidad, la región se encuentra sin proyecto claro. El proceso de integración de la década pasada ha quedado desarticulado por la llegada de gobiernos liberales que aún no lograron vertebrar un proceso político y económico definido. Con Mauricio Macri en Argentina, el Mercosur tiene un gobierno que defiende el comercio global y multilateral, pero cuenta con el inconveniente de la falta de socios, dado que con Estados Unidos, el gobierno argentino da más de lo que recibe y con la Unión Europea se sigue postergando el acuerdo de libre comercio.

Frente a esto, Argentina no sabe si seguir esperando que el panorama cambie o acudir a China y sumarse a la nueva ruta de la seda. Es que alguna vez cuando los que hoy gobiernan eran opositores al kirchnerismo calificaron los acuerdos con China como “pacto con el diablo”. Esta claro que el escenario internacional era más complejo de lo que ellos creían.

Por su parte, y frente a este contexto de incertidumbre regional, todas las miradas están puestas en Brasil quien en octubre elegirá presidente. Con Lula encabezando las encuestas, pero con una delicada situación judicial, Temer afuera de la cancha y la derecha sin candidato definido, los comicios brasileños pueden darle un rumbo claro (sea progresista o liberal) a un Mercosur que se mantiene en el barro.

Bloque o comercio a cielo abierto parecen ser las opciones de sistema de integración que hace tiempo no sabe cuál es su inserción global, a diferencia de los países de la Alianza del Pacífico que coinciden en seguir por la senda del libre comercio, pero que carecen de potencia que los articule. Claro, este mundo le genera problemas a todos.

¿Qué puede pasar en Medio Oriente?

Por último, nos queda una región que está mas convulsiona que nunca luego de la decisión de Donald Trump de iniciar los trámites para trasladar su Embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. 2017 dejó una llamativa unidad del mundo árabe en contra de la decisión del presidente republicano y anticipó un año muy complejo. Por lo pronto, al repudio generalizado de países como Arabia Saudita, Irán y Turquía hay que agregarle un incremento en los enfrentamientos en Cisjordania, donde indica que Israel seguiría construyendo asentamientos en territorios ocupados. Frente a esto, Hamas y Hezbollah convocaron a los palestinos a una tercera intifada. ¿Se vendrán nuevos ataques de Israel a Franja de Gaza? ¿Habrá más compromiso de Irán y Hezobolah en la causa palestina? Preguntas sin respuestas.

Al mismo tiempo las protestas en Irán pusieron discusión el proceso iniciado en 1979 pero, más allá de los elementos internos y la disputa entre conservadores y reformistas sobre cuál debe ser el rumbo de la república islámica, tanto Israel como Estados Unidos aprovecharon las manifestaciones para cuestionar la legitimidad del gobierno de Rouhani. Cabe destacar que Irán se ha mantenido al margen de la inestabilidad regional de las últimas décadas y que cualquier intentona desestabilizador contará con la mirada atenta de Rusia y China.

La disputa entre Arabia Saudita e Iran puede tener un nuevo capítulo en 2018 a través de la división de aguas entre las monarquías del Golfo, la orientación que termine de adoptar el Líbano ante las presiones de los sauditas y la tensión de EEUU con Pakistán que, como sabemos, tiene la bomba nuclear. Al mismo tiempo, Yemen, olvidado por la comunidad internacional  sigue siendo sede de cruentos enfrentamientos entre los huties aliados de Irán y los pro-sauditas, escenario en el que también participa Estados Unidos.

La Casa Blanca parece haber retomado la idea de la guerra permanente y sobre la lógica neoconservadora de “controlar el petróleo de Medio Oriente es controlar el mundo” está encendiendo una chispa que pueda derivar en un incendio.

Por el momento solo fueron algunas acciones y varios amagues.

Así se presenta el panorama para el 2018, con la incertidumbre de una crisis que termina de resolverse y una disputa por el liderazgo que puede generar confrontaciones directas o escenarios de conflictos en varios países.

 

* Periodista. Director de Resumen del Sur y de Oveja Negra Mar del Plata.

Nota publicada en www.resumendelsur.com

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