Oveja Negra

PERONISMO... ENTRE LA DOCTRINA Y EL POSIBILISMO


09 de marzo de 2021

Oveja Negra

Es necesario que el peronismo se desprenda de toda rémora de pensamiento posibilista que condicione su accionar. Debemos volver a beber de las fuentes doctrinarias en forma inteligente y adecuarlas a nuestro presente.

Por David Acuña

 

La Cumbre de las Américas (Mar del Plata 2005) fue una verdadera gesta de unidad de la Patria Grande. Para la Argentina el grito de “No al ALCA” implicó dar vuelta la página de un neoliberalismo que venía destruyendo el tejido social y productivo del país desde el 24 de marzo de 1976.

Néstor Kirchner, desde el punto de vista doctrinario volvió a llenar de contenido las banderas de la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política al mismo tiempo que, con espíritu sanmartiniano, llevaba una política exterior tercerista terminando con las “relaciones carnales” producto del Pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem. Hay que ser claros, en los '90 se conformó una elite política que sin importar su procedencia partidaria acordó en los trazos gruesos la reforma neoliberal del Estado, la valorización financiera, la reprimarización de la economía, las privatizaciones, la reforma laboral, el endeudamiento externo sostenido, la desmalvinización y el alineamiento exterior con la Casa Blanca.

Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Luis Barrionuevo, Graciela Camaño, Eduardo Bauzá, Carlos Ruckauf, Antonio Erman González, Alberto Kohan, Juan Carlos Rousselot, Juan Manuel de la Sota, Carlos Grosso, Carlos Corach y una larga caterva de dirigentes partidarios, fueron responsables de relegar la doctrina peronista a un mero folclore sin sustancia ni pueblo. Si Perón y Evita habían sido sinónimos de derechos, ascenso social y soberanía nacional, el menemismo implicó algo diametralmente opuesto.

Pero, ¿por qué pasó esto? ¿Sólo se explica el abandono de la doctrina por una cuestión de traición o anuencia de la dirigencia en el peculado que sobre los bienes públicos se realizara cual saqueo de la herencia de una tía vieja y distante? Es mi opinión que no puede buscarse la explicación solamente apelando a las acciones individuales de las personas, sino que se debe tratar de entender el mecanismo general en el cual estas acciones se desarrollan. El cual, en este caso, fue el ganar las elecciones de 1989 con un programa peronista y luego al asumir el gobierno realizar todo lo contrario a lo propuesto en campaña.

A pesar de esto, nobleza obliga, se debe señalar que no todo fue consenso y cerrar los ojos ante tanta ignominia. Con aciertos, errores y diferencias, dirigentes provenientes del peronismo en sus ramas partidarias y sindicales, como Saúl Ubaldini, Germán Abdala, Darío Alesandro, Luis Brunati, Mary Sánchez y Hugo Moyano se opusieron al proyecto neoliberal encarado por Menem. En paralelo fueron surgiendo nuevas dirigencias y organizaciones de base peronista que se plantaron ante el menemismo primero, y al gobierno de la Alianza después. A la orfandad doctrinaria del PJ noventista, la militancia peronista supo reagruparse en torno a nuevas formas organizativas: FTV, los diferentes MTD (como el MTD Evita y el MTD Resistir y Vencer), MP MALON, Agr. Martín Fierro – FB19, MP20, Peronismo 26 de Julio, Descamisados, Frente Universitario Megafón, Centro Cultural Rincón, Agr. Lucía Cullen, Polo Social, entre otras. Fueron estas nuevas dirigencias y organizaciones las que construyeron los puentes generacionales entre la tradición del peronismo combativo y las camadas jóvenes que abrevaron al peronismo a partir del 2003. Nada es casual.

Pero volviendo a las anteriores preguntas, ¿Qué pasó con parte del peronismo para que avalara una política en las antípodas de su doctrina? Durante esos años era muy común escuchar en boca de algunos dirigentes que acomodaban los huesos e hicieron la individual: “te quedaste en el '45”, “no vez que se cayó en Muro de Berlín”, “la correlación de fuerzas no da”, “hay que aggiornarse para no desaparecer”, “hay que renovarse” … Todas estas expresiones, y las actitudes que se tomaron, nos muestran que en fondo lo que trastocó la doctrina nacional fue el “virus del posibilismo” renunciando a la política como transformación de la realidad injusta. Cuando esto paso, el justicialismo se transformó en parte de la partidocracia y la dirigencia posibilista se burocratizó perdiendo el horizonte de lo colectivo. De ahí, que el posibilismo político esté estrechamente unido a una filosofía del individualismo y sea reacio a todo tipo de organización comunitaria.

Cuando Néstor Kirchner pierde las elecciones de medio término ante el salame de Francisco de Narváez fue consciente que la derrota había ocurrido por no profundizar los cambios que se venían llevando adelante desde el gobierno. Fue consciente que si la política no seguía transformando para bien la cotidianidad del pueblo trabajador ésta se alejaba de la justicia social y por ende se renunciaba a la doctrina. Néstor y Cristina evitaron el posibilismo al profundizar el modelo de distribución del ingreso y conquistas sociales. El peronismo volvía a enamorar.

Por desinteligencias propias, la base social que traducía en votos el apoyo al gobierno de Cristina se redujo y provocó que Maurio Macri asumiera el gobierno con un programa neoliberal. La alianza Cambiemos (PRO + UCR + Duhaldismo residual) implicó nuevamente un alineamiento automático con los EEUU, el abandono de la unidad latinoamericana y la transferencia de recursos en forma sideral a los grupos económicos transnacionales.

Durante cuatro años el campo popular se fragmentó en el neoperonismo de los gobernadores que necesitan sobrevivir (y tenían a Pichetto como enlace con el gobierno), el Frente Renovador de Sergio Massa (Plan B del Foro de Davos), un sindicalismo con intereses corporativos y la Unión Ciudadana con Cristina (mezcla original de las tres banderas justicialistas con socialdemocracia). Aun así, y con todas las críticas posibles, estos sectores lograron unirse cual confederación anfictiónica para encaminar las esperanzas de un pueblo de volver a tiempos mejores. Pero, aun así, hay una pregunta que es válida: ¿El peronismo se reduce a todo esto?

Para responder a este interrogante hay que volver a Perón. En apretada síntesis diremos que el pensamiento de Perón se basaba en una concepción sanmartiniana de la historia, en una metodología democrática participativa, en un industrialismo con justicia social, en un modelo político expresado en la Comunidad Organizada y en la búsqueda de un Estado continental sudamericano como garantía de una verdadera independencia. De esta manera, la consigna defensiva expresada en “Braden o Perón” evolucionó naturalmente a la de “Unidos o Dominados” y “Ahora o Nunca” con respecto a América Latina.

Posiblemente el 2020 sea recordado como uno de los años en el cual transitamos terribles dificultadas heredadas del gobierno antinacional de Macri a las que se le sumó la pandemia del COVID-19 y una reconfiguración del sistema de poder a nivel mundial. Ese fue el punto de partida en el cual asume Alberto Fernández; su discurso de apertura de las sesiones ordinaria del Congreso de la Nación el pasado 01/03/2021 es más que claro al respecto en cuanto a la descripción de dicha coyuntura. Sin desconocer la misma, también es necesario decir que los avances, retrocesos y ambigüedades de nuestro gobierno tienen una arista que no es producto de la coyuntura o la correlación de fuerzas. Me estoy refiriendo, nuevamente, al “posibilismo”.

Fermín Chávez señalaba que “las crisis argentinas son primero ontológicas, después éticas, políticas, epistemológicas, y recién, por último, económicas”. Concordando con esta apreciación, y creyendo en la buena voluntad de Alberto Fernández al señalar que es necesario sostener un “Nunca más a un endeudamiento insostenible. Nunca más a decisiones que se toman con ínfulas tecnocráticas de la noche a la mañana, y de espaldas al pueblo. Nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada a su paso”, y comprender que “La soberanía comienza por nuestra propia capacidad de concertar prioridades estratégicas, en el marco de un nuevo Contrato de Ciudadanía Social”, en “apego a la idea de lograr el desarrollo a través de la inversión productiva y la generación del empleo (…) alinear los factores productivos para la creación genuina de trabajo”.

Para lograr estos objetivos es necesario que el peronismo se desprenda de toda rémora de pensamiento posibilista que condicione su accionar. Debemos volver a beber de las fuentes doctrinarias en forma inteligente y adecuarlas a nuestro presente. Para Perón era vital la Defensa Nacional como capital movilizador, moral, patriótico y de desarrollo territorial y soberano. Y no hay Defensa Nacional en un sentido integral sin la Planificación. Por eso, la disertación del año 1944 sobre “El significado de la Defensa Nacional” es central en la partida de nacimiento de la doctrina justicialista.

Si Alberto y Cristina vuelven a confiar plenamente en la capacidad transformadora del pueblo van a poder construir situaciones que les permitan una verdadera conducción política del movimiento popular. La clave, para que esto ocurra es que también contemos con una militancia que asuma la tarea de formarse doctrinalmente y empujar hacia adelante sin sopesar las circunstancia a partir de los costos personales sobre los colectivos. A fin de cuentas, lo imposible solo tarda un poco más.


 

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