Oveja Negra

Cuando el fuego crezca


28 de agosto de 2022

Oveja Negra

El tiempo presente demanda una respuesta organizativa y política contundente, enraizada fundamentalmente en los sectores populares de nuestra Patria. La expresión más cruda del neoliberalismo, ataca sin piedad. Solo el Pueblo salvará al Pueblo.

Por Fernando Gómez

"Allí, y para siempre, aprendimos que ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos.

(Ni se apagan con solo soplar)"

 

"Este es un tribunal del lawfare. Que seguramente tiene la condena escrita. A mí me absolvió la historia. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia" les dijo Cristina Fernández de Kirchner a los jueces integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 al prestar declaración el primero de diciembre de 2019, en la conocida mediáticamente como “Causa Vialidad” en la que ahora el fiscal de efímera fama, Diego Luciani, terminó pidiendo 12 años de prisión para Cristina, agitando con ello la dinámica de la coyuntura política.

En todos los aspectos de la cita inicial, Cristina tenía razón.

Está en marcha un nuevo y grotesco capítulo de la estrategia de persecución política con el Poder Judicial como instrumento, implementada en toda la región para condicionar la acumulación de poder de los movimientos nacionales. El mediatizado alegato del fiscal Diego Luciani, y el espectáculo montado en el pedido de condena, son apenas el preludio del dictado de una condena que no atiende pruebas y debates, si no que atiende a una estrategia de persecución política.

También tenía razón Cristina en aquello que la historia habrá de condenar a los jueces que terminen por firmar la condena. Cuanto menos con el olvido, ello será irremediablemente de esa forma. Y también tenía razón en aquello de que la historia la había absuelto, no por nada, ese 1 de diciembre de 2019, faltaban apenas 9 días para que asumiera la vicepresidencia del país, por mandato popular expresado en las urnas de manera absolutamente masiva.

“Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política” había dicho Néstor al asumir su mandato, y por esas mismas razones, no existe duda, siquiera para aquellos que nos quedamos con la necesidad de profundizar los doce años de conquistas populares encabezados por Néstor y Cristina Kirchner, que la historia exonerará sus figuras, al menos para la memoria de la enorme mayoría de los que habitamos nuestro suelo.

Para una pequeña minoría, apenas, seguramente su recuerdo se emparente con la remañida idea de decadencia que le imputan al peronismo como reivindicación de sus privilegios. Pero esa minoría no hace al futuro de la Patria.

Incluso, el juicio de la historia, habrá de poner en el balance el tiempo presente, plagado de contradicciones, retrocesos y sinsentidos incompatibles con la rica historia reciente de nuestro país que tuviera a Cristina como protagonista.

El drama del tiempo presente

"Había que condenar a un gobierno, el de Néstor Kirchner, que desendeudó el país. Había que traer de vuelta al FMI y para traer el Fondo había que convencer que el que los desendeudó era un chorro y vino a saquear el país" había dicho Cristina en aquella declaración de diciembre de 2019. Apenas era vicepresidenta electa.

En el transcurso de dos años y medio, el gobierno conformado por el Frente de Todos transitó la ruinosa renegociación de la deuda externa contraída con los fondos privados de especulación financiera, habilitando luego la firma de un acuerdo de facilidades extendidas con el FMI, suscribiendo un programa que condiciona de manera dramática el destino económico de nuestro país.

Las consecuencias de ese programa, que se suscribió y se reivindica desde el conjunto de la alianza gobernante, es la matriz del fenomenal ajuste sobre el presupuesto nacional que ejecutará el flamante ministro de economía, Sergio Massa.

El ajuste que se llevó adelante el mismo día en que el fiscal Luciani discurseaba para la TV, parece pensado como mueca trágica para el legado del kirchnerismo. Las partidas involucran en forma millonaria al Conectar Igualdad y al Procrear, programas emblemas del gobierno de Cristina Kirchner.

Los mismos que celebran el ajuste de Sergio Massa, celebran también el pedido de condena sobre Cristina Kirchner. Aparece como inexplicable, desde una razón sencilla y simple de ser explicada, la incólume articulación entre Sergio Massa, consolidado como esperanza blanca del peronismo para el poder económico, y el kirchnerismo, que asegura que la búsqueda de condena y proscripción de Cristina, tiene como objetivo consolidar decisiones de política económica como las que ejecuta el propio gobierno.

Es también el programa del FMI el que tiene como mandato el aumento sobre las tarifas de lo servicios públicos. Es la subordinación al programa del FMI, el que naturaliza la dependencia económica que ordena las prioridades de un país factoría en el que se exporta gas y petróleo en niveles récord, se invierte para multiplicar las exportaciones desde la petrolera estatal, pero se encarecen los costos locales alegándose escasez y la necesidad de importaciones.

Es en tiempo presente que nuestro pueblo observa impávido el aumento de precios, el deterioro del salario y los ingresos populares, al mismo tiempo en que se construye jactancia discursiva de las bonanzas de una recuperación económica que apenas se refleja en los balances contables de una minoría que, también, celebra el pedido de condena sobre Cristina Kirchner.

Los laberintos discursivos para justificar un doloroso presente, no son una herramienta eficaz para masificar la política en el seno de nuestro pueblo. La desertificación ideológica no ayuda a la edificación de respuestas efectivas y concretas que habiten el catálogo de iniciativas que nuestro pueblo espera ansioso. La retórica interna, la exaltación de lo individual y lo institucional por sobre lo colectivo y la política, terminan abonando proyectos que nuestro pueblo nos mandató para confrontar.

El sesgo de confirmación

“A menudo me he perdido a mí mismo para encontrar la quemadura que mantiene todo despierto.”

Federico García Lorca

 

El 18 de octubre de 1945 estaba declarada una huelga general por la CGT en reclamo de la inmediata libertad del entonces Coronel Juan Domingo Perón, detenido desde el 13 de octubre por decisión del gobierno del que había sido vicepresidente hasta el 11 de ese mismo mes. “Como medida defensiva de las conquistas sociales amenazadas por la reacción de la oligarquía y el capitalismo” señalaba el comunicado oficial de la central obrera.

Desde el 16 de octubre mismo la dirigencia obrera se vio desbordada por sus propias bases. El subsuelo de la Patria, se sublevaba un 17 de octubre de 1945, síntoma de un tiempo de crisis, amanecer de un protagonista excluyente del futuro inmediato de la Patria. Cientos de miles de compatriotas desafiaron el centro porteño, en una población que apenas ascendía a un tercio de habitantes de los que hoy pisamos este mismo suelo.

No fue por decreto del día anterior, ni por homenaje institucional del día siguiente. No fue por la convocatoria de un dirigente, que se produjo un punto de inflexión en nuestra historia. Fue, precisamente, por prepotencia popular.

 “Recuperar la mística”, “necesitar que el peronismo se despierte”, “reencontrarnos en las calles” han sido frases para explicar la efervescente coyuntura de estos últimos días. Pero hay que ser honesto, no son síntomas de la recuperación de la centralidad política, son consecuencia de haber perdido mística, de andar dormido o de perder la calle.

El drama, siempre, es pensar que porque uno no fue a la fiesta, la fiesta no se hizo.

Y en estos dos años y medio, hubo retazos de pueblo en la calle. Desde masivas movilizaciones por trabajo y dignidad, hasta innumerables pequeños conflictos consecuencias de la dolorosa y frágil situación económica y social. Hubo mística para mantener viva la convicción soberana ante el acuerdo con el FMI, hubo retazos de pueblo bien despiertos o durmiendo en acampes contra la persecución política que sufren dirigentes que aún siguen presos (Milagro Sala, sin ir más lejos), hubo retazos de peronismo que no se durmieron en la acomodada institucionalidad.

Y todo eso es pueblo también.

Ojo, retazos indispensables de un pueblo que no está dispuesto a dejar que se lleven puesto el enorme capital simbólico del liderazgo de Cristina, y que va a estar en la calle para enfrentar a los que pretenden sepultar doce años de conquistas populares con una condena ignominiosa.

Pero son retazos de organización popular que tampoco están dispuestos a abandonar el señalamiento de las contradicciones del tiempo presente, de los acuerdos inexplicables, de los retrocesos escandalosos, de la reivindicación de una agenda patriótica, que siempre queda atrapada en el laberinto de las excusas y las justificaciones para postergarla.

Como el Pueblo en la calle decide, ¡Nos vemos en la calle!

Para defender nuestra historia, reivindicar nuestro presente y seguir construyendo el futuro de la Patria que seguimos soñando, que está bien lejos del necolonialismo que destila el programa del FMI, la agenda de gobierno consensuada en Washington y la dinámica de ajustar siempre en el bolsillo de nuestra gente. 

 

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