Oveja Negra

TENSION EN EL CAUCASO SUR


10 de octubre de 2020

Oveja Negra

* Por Patricio Falabella

Los enfrentamientos militares entre Armenia y Azerbaiyán en la zona Nagorno Karabaj, dentro de la región del Cáucaso sur, evidencian extenderse más allá del último conflicto armado que duró cuatro días y dejó un centenar de muertos durante el 2016. Además, amenaza la estabilidad regional, permitiendo el avance de la OTAN a través de intereses interétnicos y geoeconómicos de Turquía, bajo una zona de influencia geoestratégica para la Federación Rusa.

Con el inicio de las hostilidades en Nagorno Karabaj el 27 de septiembre, los gobiernos de Armenia y Azerbaiyán parecen haber asumido una retórica inspirada en la máxima de Karl Von Clausewitz ganan las guerras los pueblos que ponen más empeño, acentuando el tono de “guerra patria” frente a los acontecimientos que ya se cobraron poco más de un centenar de vidas. El factor religioso está atenuado por el momento, pero son destacables sus diferencias entre los cristianos armenios y los musulmanes azeríes mayoritariamente chiitas.

La historia reciente del conflicto

Este conflicto se agudizo en 1989, cuando el Soviet Armenio decidió reunificar la región, con población mayoritariamente armenia de Nagorno Karabaj, ésta provincia autónoma, formaba parte de la Republica Socialista (turco parlante) de Azerbaiyán. En 1991, estalló la guerra que concluyó con la independencia de hecho de Nagorno Karbaj y la conquista de algunos distritos azeríes adyacentes por las fuerzas militares de Armenia. A mediados de 1994 se firmó un cese al fuego, sin lograr una paz duradera. Después de perder esta guerra, Azerbaiyán solo considera como solución al conflicto recuperar su integridad territorial, mientras que los armenios no están dispuestos a ceder sobre el statu quo imperante. Ambos países consideran esta región como propia, y el diálogo ha quedado durante años en un punto muerto que lamentablemente dio nuevamente lugar a las armas.

Las circunstancias geopolíticas

“La caída de la URSS fue la catástrofe geopolítica más grande del siglo XX”: cuando Putin pronunció esta frase en el 2005, ya la Comunidad de Estados Independientes (CEI), entidad supranacional erigida sobre los escombros de la URSS, había presenciado la expansión de la OTAN (Organización Tratado del Atlántico Norte) sobre las ex repúblicas socialistas. Para ese entonces, los países del Báltico (Estonia, Letonia, Lituania) ya formaban parte de la Unión Europea y Turkmenistán hacía gala de sus ambigüedades. Luego, Georgia abandonaría definitivamente la entidad tras la guerra de los enclaves pro-rusos de Osetia del Sur y Abjasia en el 2009, y las “revoluciones de colores” llegarían a Ucrania para concluir en 2014 con la anexión a la Federación Rusa de Crimea y Sebastopol. Las recientes presiones en clave de guerra no convencional sobre Bielorrusia, y el abierto conflicto armado entre Armenia y Azerbaiyán, muestran un panorama de fuertes tensiones sobre el área de influencia rusa y fundamentalmente sobre viejos conflictos latentes, donde los intereses geopolítico de la OTAN están siempre presentes y amenazantes para promover la desestabilización.

Armenia es un aliado histórico de Rusia, Putin ha exhortado a ambas naciones a retomar el diálogo y poner fin a las hostilidades. El Presidente de Turquía, Recep Erdogan, enemigo acérrimo de Armenia, ha tomado una clara postura en favor de Azerbaiyán, con sus declaraciones belicistas “es hora de acabar con la ‘ocupación’ del territorio de Azerbaiyán por Armenia”, y no ha hecho otra cosa que intentar apagar el fuego con nafta. Turquía es un enemigo histórico de Armenia, que todavía no ha reconocido el genocidio armenio cometido por el Imperio Otomano en 1915. También tiene intereses y negocios tentadores convergentes con la Unión Europea en relación al petróleo y al gas de Azerbaiyán.

Ereván necesita más de Rusia que Bakú. Ankara entiende que la ofensiva de la OTAN abre distintos frentes en la zona de influencia rusa, e intenta posicionarse y expandirse sobre el Cáucaso sur. Moscú no quiere un conflicto fuera de control en su zona de influencia, ni siquiera que una intervención indirecta afecte las relaciones diplomáticas con Turquía. El diálogo entre estos actores de peso parece ser la llave de este conflicto, donde tendrán que dirimir el riesgo de agitar las tensiones interétnicas religiosas, con la mirada atenta de la OTAN, y la máxima romana que adoptaron tanto Armenia como Azerbaiyán: si quieres la paz prepárate para la guerra.

 

* CP Descamisados - Secretaria de Relaciones Internacionales

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